Y cuánta razón tiene. Casi tanta como que Todo sobre mi madre cambia mi vida cada vez que la veo. Manuela, esperando a su Esteban mientras Huma Rojo (lo único que ha habido en su vida es humo...) la mira, impasible, y suena el acordeón de Dino Saluzzi...Precioso. Como toda la película. Como la mirada vidriosa, la ternura de la hermana Rosa. Como la Agrado, honesta, todo corazón, pues lo único verdadero en ella son sus sentimientos, entreteniendo al auditorio con sus andanzas. Como la Sardá falsificando Chagalles o la grandiosa Huma, todo elegancia, émula de Margo, homenajeando a Vivien Leigh, a Lorca... Y la inmensa, la desgarrada, la intensa, maternal Manuela. Es simplemente irresistible, como todo Almodóvar en suma. Pero esta obra maestra especialmente. Llega al corazón, directa, te conmueve, te estremece hasta lo más profundo.
Pero hay dos cosas que me siguen perturbando: la primera ¿Todo sobre mi madre sin canción? No vale ese Tajabone que no lo canta nadie en la peli, y aunque las melodías de Saluzzi valgan su peso en oro no son canciones canciones... Y otra cosa es que Manuela está muy triste... Muy muy triste...¿Qué podríamos cantarle para animarla? Déjame pensar... La respuesta en la próxima entrada...
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